Cuando compraron los terrenos donde nacía el agua con azufre, los nuevos propietarios oyeron muchas historias sobre sus poderes curativos y decidieron investigarlo.
Después de las primeras excavaciones António Martins encontró, a una profundidad de aproximadamente 3 metros, una roca que en su centro tenía un orificio donde brotaba, burbujeante, esta agua con poderes curativos.
Decidieron analizar el agua para verificar si las historias y rumores que oían tenían algún fundamento.
Los resultados del análisis del agua comprobaron que esta agua tenía propiedades medicinales.